jueves, 7 de septiembre de 2017

Sobre el acoso y algunas series

Llevo tiempo sin ver una serie buena. Tal vez sea hora de ver Juego de Tronos, como parece que está haciendo medio mundo este verano. Debo decir que me leí el primer libro y casi terminé el segundo, pero otras lecturas se pusieron en medio (¡y el curso!) y al final he dejado un poco de lado a George R. R. Martin.

Pero no he venido hoy a hablar de libros. Hoy he venido a hablar de series. De una en concreto. No voy a revelar el nombre de la serie en cuestión para mantener la fiesta en paz. Así evito que alguien lea esto sólo por que lleve el nombre de la serie. Si alguien lo lee, que sea porque le interese lo que voy a decir a continuación. Si no, no tiene por qué hacerlo. Es sólo mi opinión sobre uno de los temas que trata. Tal vez de cómo se trata.

No voy a decir nombres, pero voy a poneros un poquito en contexto para que pueda argumentar coherentemente. Como es una serie actual puede que, sin gran dificultad, las siguientes pistas revelen su título. Pero que conste que yo no he dicho ningún nombre.

Digamos que la serie te cuenta, resumiendo mucho, el final de la vida de uno de sus personajes principales. A este personaje la voy a llamar Ana. Ana es una chica que sufre un trato que, por desgracia, es cada vez más frecuente en los institutos del mundo. En los institutos. No se lo creen ni ellos. El instituto es, podríamos decirlo así, el centro neurálgico de lo que ocurre. Pero el problema no nace ni acaba allí. Pero no quiero liarme. Como ya os imaginaréis, la serie cuenta la historia de una chica que ha decidido terminar con su vida por el acoso que sufre en clase. Pero antes de hacerlo, decide dejar una serie de cintas en las que, a ritmo de persona por cinta, cuenta cómo ésta tiene la culpa de su muerte. No sólo exponiendo al completo la relación que ella, Ana, mantenía con dicha persona, sino revelando también todas las vulnerabilidades de la misma, incluso en algunos casos instando a otros personajes a actuar en consecuencia. Sí, a otros personajes. ¿Cómo es esto posible? Porque antes de llevar a cabo su muerte deja unas instrucciones a otros personajes para que pasen las cintas a cada una de las personas que aparecen en ellas. Y la única forma que tienen para saber si aparecen es escucharlas todas. Si alguien las elimina, avisa de que hay una copia que se hará pública.

Bien, ya estáis en contexto. No he venido a juzgar la calidad de la serie, la credibilidad del argumento, las actuaciones, escenario, guión, fotografía, etc. No. No he venido a nada de eso.  Simplemente quiero dar mi opinión sobre una línea de diálogo que se repite una y otra vez. Una sola línea que no sé si la han usado para que la historia parezca más cool, más trágica, más emocional o yo que sé, pero me revuelve las tripas cada vez que la escucho. Y no podía callarme, tenía que decir lo que pensaba. No suelo usar el blog para hacer esto en concreto, pero se supone que para eso están así que allá voy.

La línea os la pongo a continuación. No es una transcripción literal porque se enuncia de muy diversas formas, pero más o menos es algo así: “Y aquí expongo [en la cinta] por qué fulanito tuvo la culpa de mi muerte”.

¿Perdona?

Vamos a ver. A este personaje, a Ana, la fastidiaron bien. En muchos aspectos ella se metía en problemas y en otros tantos se enfrentó a situaciones por puro azar (y mala suerte) como le podría pasar a cualquier otro. Pero es lo que he dicho antes, cogen a este personaje y lo enfrentan a un problema que, aunque se empeñan por centrarlo en el instituto, no nace ni termina allí. Unos padres que no escuchan, una sociedad superficial y materialista que juega antes de tiempo con sentimientos que no termina de entender. Una sociedad falta de respeto alguno por la vida, por las personas, por las familias... y en definitiva por uno mismo. Al final a esta chica se la pone contra las cuerdas y el resultado es el mencionado. Pero analicémoslo con otro enfoque.

Ella afirma que fulanito de tal, fulanito de cual, y una larga lista de nombres, son los responsables absolutos de su muerte. Perdona pero no estoy de acuerdo. La decisión final fue suya. De nadie más. Ninguno de los otros personajes. Por muy asquerosos que te los quieran pintar, por muy retorcidos, deshumanizados, manipuladores, avariciosos o interesados, ninguno dictó el resultado excepto ella. ¿Tienen culpa estos personajes? Sí, de ser unos cerdos, unos capullos y una escoria. ¿Pero de su muerte? No, de su muerte sólo es responsable la propia Ana.

Que conste que no estoy juzgando, ni lo pretendo, todos los casos en los que una persona pueda decidir terminar con su vida. Las circunstancias que puede haber en esta vida son muchas y no soy quien para hacer un juicio de valor generalizado. Sólo estoy analizando este caso, el que plantea la serie. Y siempre desde mi punto de vista, subjetivo como el de cualquier otro.

Vamos a ver. Ana decide terminar con su vida. Además lo medita con tiempo. Decide el momento y la forma en la que deja un mensaje en forma de cintas. ¿Cintas? Sí, pese a vivir en el siglo XXI usa cintas, para obligar a quien quisiese oírla a tener que preocuparse un poco. Buscar un reproductor de cintas, algo que ahora no todo el mundo tiene en casa, o lo que se les ocurriese para escucharlas. Y no sólo eso, lo acompaña de un mapa para instar a moverse por diferentes localizaciones que marcaron su vida. Así, moviliza a medio instituto tras su muerte. ¿Por hacer un bien? ¿Este elaborado mensaje quiere evitar que más personas padezcan lo que ella? No. Simplemente quiere devolverles a los que la hirieron el mismo daño que le hicieron a ella. Pero espera que aquí no acaba la cosa. Al decidir hacer todo esto, ¿pensó el daño que iba a hacer a sus padres? Sí, los únicos personajes que parecen querer protegerla de verdad y que de verdad cuidan y la quieren, como se ve en varias escenas. Nada, no pensó en ellos. Ni siquiera se despidió ¿A sus amigos? En la serie te pone que más bien tenía mala suerte con las amistades, pero el personaje que hace de protagonista bien que pasaba las tardes con ella y bien que la ayudaba cuando ésta lo necesitaba, a su torpe manera, pero ahí estaba.

Nada.

En un acto egocéntrico de egoísmo, Ana decide quitarse la vida y así hacer sufrir a todo el instituto, destrozarle la vida a sus padres y a su familia más cercana. Pero, no siendo eso suficiente, decide dejar unas cintas contando los motivos. Qué digo. Echando las culpas a los demás de su decisión. Porque podría enunciarlo de otra manera. Pero no lo hace. “Fulanito, tú tienes la culpa de que a mí me pase esto”. Eso sí, de sus padres ni se despide. Se pasan la serie intentando entender el porqué mientras todos los supuestos implicados en su “asesinato” se pasan las cintas con miedo porque encima los amenaza con hacer públicos los datos si alguien destruye las cintas o decide no pasarlas.
En fin. Creo que se entiende lo que quiero decir.

No quiero, repito, juzgar a nadie con esto. Simplemente creo que los guionistas han creado una historia a partir de un hecho muy triste y emocionalmente devastador y no han estado a la altura. Han creado una historia retorcida, un personaje egocéntrico que comete un acto meditado y con ganas, no de terminar con una pesadilla que por desgracia es la realidad de muchas familias, sino de incrementarla. De hacerla más fuerte. De causar sufrimiento, no paz. Usa un ingenio y una premeditación inusitados para, como si de un arma se tratase, dejar unas cintas que destrocen la vida de todos sus compañeros de clase. En especial, de aquellos que tanto la hicieron sufrir.

Esto podría quedar bien como argumento de una serie de otro tipo, pero lo peor es que lo disfrazan todo. Todo está disfrazado de aparente normalidad y buenos actos que no sé si dan ganas de reír o de llorar. ¿Es una parodia? ¿Una crítica social escondida dentro de una historia absurda con pretensión de ser algo más? ¿Se supone que los profesores no los escuchan porque son demasiado jóvenes? ¿Que los padres hacen todavía menos caso a sus hijos porque ya los consideran mayores para resolver “sus” propios problemas? O tal vez digan lo contrario. Tal vez es todo muy serio. Tal vez sea justo terminar con la vida de uno para destrozar la de los demás ¿Está el protagonista en lo cierto? ¿Es justo humillar a TODOS los que humillaron a Ana, golpear a los que, según ella, la golpearon? ¿Incluso si lo hicieron sin intención? ¿Incluso si no sabían lo que hacían? ¿Incluso si estaban en una situación peor que ella? ¿Todos se merecen el mismo destino? ¿Una resolución unánime sin atenerse a razones?

O tal vez sea una simple historia medio mala y yo le esté dando demasiadas vueltas.

No estoy de acuerdo en cómo se ha llevado esta historia a la imagen, pero me gustaría terminar que es deber de todos mantener esta historia como una broma mala totalmente ajena a la realidad. Ahí fuera hay gente que sufre, que lo pasa muy mal porque los que creen sus amigos los acosan. Los que se suponen que son sus compañeros los maltratan. Sí, maltrato. Es otro nivel de maltrato, pero al fin y al cabo es eso. Querer hacer daño. Querer atentar contra la humanidad, contra la persona. Un acoso psicológico que termina por destrozar a cualquiera. Bromas pesadas, fotos contra la intimidad e integridad de cada uno, novatadas en colegios mayores y residencias… llámalo como quieras pero este mal tiene mil caras. Y debemos luchar para que desaparezca. Los que lo cometen se escudan en el miedo, en el número, en unas normas inútiles que no sirven más que para proteger la buena fachada de una institución que, en realidad, no ampara por igual a quienes la integran.

Un asco, señores, un asco. Un tema que produce arcadas al más pintado. Es difícil luchar contra esto, todos lo sabemos. Pero es deber nuestro que desaparezca este mal silente que se resiste a desaparecer y que, por desgracia, ya se ha cobrado unas cuantas vidas. Y no, no estoy hablando solamente del desenlace horrible que te plantea la serie. Hablo del dolor emocional que producen los años que duren estas etapas. Semanas, meses, años enteros en los que estas personas, personitas, tienen que soportar las mofas constantes de unos cobardes malnacidos. Y la consecuente huella que deja en la persona.

Luchar contra esto es difícil. Pero lo mínimo que podemos hacer es no ser uno de estos asquerosos y retorcidos cobardes. Respetemos a los demás y busquemos el bien común entre todos. No nos acojamos a viejas tradiciones retrógradas, ni nos escudemos en que es lo que hacen todos o lo que se hace cada año. Las novatadas, las bromas pesadas… no hacen gracia a nadie. Nombres indulgentes para actos atroces cometidos por cobardes.


Intentemos recordarlo.

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