miércoles, 17 de agosto de 2016

30 escenas - 2

¡Buenos días!
Hoy os traigo la segunda escena de las 30 prometidas.
Espero que os guste ;)

***

Una conversación con V-Ceroy

-V-Ceroy, ¿has analizado ya los datos que te he enviado?
-Perdone, señor. No he podido entender bien la orden. ¿Podría repetirla?

Una camarera muy atractiva le trajo el café y las tostadas que había pedido. El olor de la comida le abrió el apetito. La chica le dedicó una sonrisa antes de irse, a la que él respondió con otra. En ningún momento se alejó el comunicador de la oreja. Cuando la chica estuvo suficientemente lejos, volvió a repetir la orden, de la forma más pausada que pudo.

-Perdone, señor. No he podido entender bien…

Newton dejó el comunicador encima de la mesa y se rascó la barba pensativo. Empezaba a odiar a ese robot y ni siquiera llevaba un día teniéndolo como ayudante personal. ¿Quién programaría tan mal aquel artefacto? Intentó olvidar el asunto con un trozo de tostada. El olor amargo del café se mezcló con el sabor a miel de la tostada. Absolutamente delicioso.
El comunicador volvió a vibrar.

-¿Diga?
-Hola de nuevo, señor. He visto que no terminó de recibir mi último mensaje. ¿Desearía volverlo a escuchar?
-No, V-Ceroy. Pero tengo una nueva orden, ¿has analizado los datos que te envié esta mañana?

Mientras hablaba, el bocado de tostada se movió de un lado para otro dentro de su boca. Antes de escuchar la respuesta del robot, ya sabía lo que se iba a encontrar.

-Lo siento, señor. No he entendido bien la orden, ¿le importaría repetirla?
Ese robot le estaba sacando de quicio. Tragó el trozo de tostada, algo que se volvió un poco complicado porque apenas lo había masticado. Intentó bajarlo con un poco de café.
-Señor, ¿sigue ahí?- siguió hablando la voz robótica.

En un intento de confirmación, el café se fue por donde no debía y el intento de comunicación se transformó en una tos incontrolada.

-Señor, creo que no se encuentra usted bien. ¿Desea que llame a los servicios de urgencia?
“¡No! ¡Por favor, eso sería ya lo que me faltaba!” O eso hubiese dicho Newton si el ataque de tos hubiese remitido. Pero no fue así. Obviamente, el diligente robot tampoco entendió la orden.
-Señor, también puedo contactar con Ángela…
-Sí- comenzó a decir, pero un ataque de tos lo volvió a interrumpir. -Por favor, contacta con ella- dijo cuando se recuperó un poco.

Esa mecánico tenía que saber qué demonios había hecho ese cacharro con los documentos que le había enviado esa mañana. El maldito robot que le había construido no funcionaba correctamente. ¿Tan difícil era entender una maldita orden?
Pero, como era de esperar, el robot no entendió tampoco que la respuesta iba en relación a la segunda pregunta y no a la primera.

-Señor, acabo de avisar a los servicios de emergencia- dijo la voz mecánica.

Su paciencia se había agotado. Aquello era demasiado, iba a llamar él mismo a Ángela para pedirle explicaciones sobre aquello. Una agente con tantos años de servicio como él no merecía un trato así. ¡Su anterior servo-ayudante sí que era competente! Una lástima que sus discos duros terminasen convertidos en papilla cuando aquel psicópata lo arrojó desde la cima de un rascacielos. Aunque, para qué mentir, en el fondo agradecía que el asesino se decantase primero por el robot y no por él.
Ya había pulsado con rabia el botón de “ayuda/contacto” del comunicador cuando un ruido de sillas en la otra punta del café llamó su atención. Los tres objetivos se ponían en movimiento. Tres hombres con traje de chaqueta, algo raro de ver en un barrio tan moderno como aquel, donde todos los chicos llevaban los holo-brazaletes en sus muñecas y vestían a la última moda (pantalones cortos, camisas ajustadas, ciber-botas y pelos tintados de colores tan variopintos como el rosa, el azul o el morado). Era el problema que tenía vivir en el centro de la ciudad, pensaba Newton mientras terminaba de pagar un desayuno que apenas había tocado mediante el sistema de holo-crédito incorporado en la mesa. Ya lo decía su abuelo cuando él apenas era capaz de entender a qué se refería cuando decía “la mitad de los vecinos habían perdido la cabeza y la otra mitad han nacido ya sin ella”, hablando de las modas que avisaban ya en su momento de los gigantescos cambios tecnológicos que esperaban a la humanidad.

Los tres hombres estaban saliendo ya del local. Newton se encontró con la camarera a la salida. Le preguntó si le había gustado el desayuno. Él respondió que muchísimo antes de ponerse su sombrero marrón y cerrarse el abrigo del mismo tono y salir a la calle. Mientras localizaba a los otros tres hombres, se le pasó por la cabeza fugazmente un extraño pensamiento. ¿Qué pensaría la chica cuando viese que no había tocado el desayuno? Probablemente lo tomase por idiota. 
Sus objetivos avanzaban por la calle hablando tranquilamente, sin darse cuenta de que alguien los seguía. Newton encendió un cigarrillo. Afortunadamente, si sabías buscar, todavía era posible conseguir tabaco de calidad. Desde que el gobierno había ablandado a la población, ningún joven fumaba. “El tabaco era algo de viejos” se les escuchaba decir a algunos. Tal vez él era un viejo, aunque su sobrina se lo negase cada vez que la consultaba. Dio una calada mientras dedicaba un último pensamiento a la camarera que le había atendido esa mañana. “Una monada” fue lo último que pensó sobre ella antes de que su mente volviese a estar ocupada por asuntos más importantes como quiénes eran esos hombres, qué querían o qué iba a comer esa mañana.
Mientras, en la cafetería el comunicador seguía retransmitiendo la voz de V-Ceroy que hablaba solo mientras una camarera muy atractiva lo escuchaba extrañada. Aquel aparato repetía una y otra vez: “Motivo del error – Micrófono obstruido. Por favor, retire las manos del auricular cuando de la orden, señor”.
Pero Newton ya estaba demasiado lejos como para escuchar sus quejas.

***
Nos vemos el viernes.
Pasad una semana estupenda :)



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